Historia del Metro de Madrid, las claves de una de las primeras infraestructuras del mundo
El Metro de Madrid es una de las infraestructuras básicas de la capital de España. Un espacio vital para las comunicaciones rápidas urbanas y suburbanas y, para muchos madrileños, también un lugar muy familiar. Tan cotidiano que sus extraordinarias características técnicas pasan desapercibidas para la mayoría de su público fiel.
El Metro de Madrid, por ejemplo, tiene la segunda red más extensa de los transportes de su tipo de la Unión Europea, después de la de Londres, y, en la clasificación mundial, también por kilómetros de vías, figura entre los diez primeros, en un destacado octavo lugar con sus 296 kilómetros. Si todas las vías del Metro de Madrid se pusieran unas detrás de otras, la línea imaginaria conectaría la capital de España con la ciudad de Valencia.
El Metro de Madrid supera los 100 años de antigüedad, se inauguró en 1919, siendo, por ese motivo, el segundo de los países de habla hispana tras el de Buenos Aires. El metro madrileño suma 12 líneas y 301 estaciones, 200 paradas para una sola línea, 27 que conectan dos y 10 estaciones que funcionan como intercambiadores para tres líneas. En 21 paradas hay, además, correspondencias con trenes de Renfe y de Cercanías de Madrid. El metro de Madrid opera tres líneas de metro ligero con 9 de las 38 estaciones de esta red de transporte urbano.
También destaca la concentración de esas estaciones, cuya distancia media entre paradas está por debajo del kilómetro. El número de pasajeros que viajaron en 2014 superó los 1,5 millones.
El Metro de Madrid fue uno de los primeros del mundo en el índice de crecimiento entre los años 1995 y 2007, momento que coincidió con un periodo de vitalidad en la economía española que se tradujo en un incremento exponencial de obra pública en el país.
Vagones
También sorprenden otros datos técnicos que son poco o nada conocidos por el ciudadano. Datos como los del número de vagones disponibles del Metro de Madrid para su operar en su red, 2.310, que permitirían trasladar al mismo tiempo y a plena capacidad a un cuarto de millón de viajeros.
Otra curiosidad que pasa desapercibida es la orientación de la circulación a la inglesa del Metro de Madrid, los trenes circulan en su sentido por la vía de la izquierda y no por la de la derecha como en el resto de trenes españoles. Y ésto es así porque hasta el año 1930 no se obligó a los metros españoles, los de Barcelona y Madrid, a circular por la derecha.
Barcelona ya lo había configurado así, pero Madrid nunca cambió el sentido de circulación. El coste del cambio en aquel momento se consideró muy alto para justificar las obras de adaptación. Como curiosidad, los trenes de las líneas de metro ligero de Madrid circulan por su derecha.
Otra curiosidad, en el Metro de Madrid no hay pendientes superiores al 5%, el peso que ejercen los vagones sobre las vías no sobrepasa unos modestos 54 kilos por metro y los radios mínimos de las curvas son de 90 metros, con la excepción del metro ligero. Todo, para aportar seguridad y confort en las líneas cuyos recorridos lo realizan muchos pasajeros de pie en los vagones, pero estos datos permiten también reducir los efectos no deseados del rozamiento en las vías que generan fatiga de los materiales y calor suficiente como para deformar los raíles.
El Metro de Madrid es, por derecho propio, una de las primeras infraestructuras de transporte urbano del mundo. Sus características técnicas lo cuentan.